Por: Manuel Velázquez Lugo
Argos cayó… la imponente ciudad que inspiró fascinantes mitologías, que fue un polo de comercio, cultura y religión, terminó por desgastarse. La prosperidad tuvo su fin y sus habitantes fueron testigos de su lenta y estrepitosa caída, principalmente por las guerras, las malas alianzas y los malos gobiernos. Estos últimos que dejaron de escuchar a sus ciudadanos y decidieron gobernar bajo sus propios intereses y, en algunos casos (de acuerdo a la historia), con tiranía.
Y el no escuchar la voz del pueblo, de los ciudadanos o no atender plenamente sus necesidades se ha visto en todas las eras hasta la actualidad. De ahí que empiecen a formarse y a alzar la voz los movimientos sociales o ciertos sectores productivos, religiosos y sociales.
Las asociaciones locales ganaderas, por ejemplo, esta semana decidieron ya no quedarse calladas y exigir al gobierno que intervenga para la reapertura de la frontera con Estados Unidos para la exportación de ganado. Las pérdidas económicas están siendo significativas, pero, además de ello, gran parte de la molestia e inconformidad es el hecho de que se les está condenando aún cuando el ganado de Sonora se encuentra sano. Señalan que la problemática actual no se vive en el estado, sino en la frontera sur del país, por lo cual no consideran correcto que paguen justos por pecadores (por decirlo de alguna manera).
¿La solución? Cerrar la frontera sur, exponen ellos, para evitar que siga transitando ganado infectado y que se corra el riesgo de que la plaga llegue hasta Sonora porque, una vez que suceda, el escenario podría ser más adverso.
Las cartas fueron puestas sobre la mesa.
Otro movimiento que se presentó (en una escala más local), fue el de los ciclistas de Hermosillo, quienes salieron a las calles para exigir justicia para Julio César, ciclista que perdió la vida al ser arrollado por una unidad de transporte público.
Entre el dolor y la impotencia, la llamada de atención a los gobiernos también es para que haya mejores condiciones de movilidad para quienes transitan en bicicleta, ya sea por trabajo, por deporte o simplemente por recreación.
Y es que, Julio César se suma a una larga lista de ciclistas que han perdido la vida en esta ciudad y sus alrededores.
Un minuto de silencio, y el resto de una vida en ausencia…
El miedo también se está esparciendo y, aunque las voces aún están calladas, no tardan en salir a tomar las calles por el incremento de la violencia que se está viviendo en la capital, con ejecuciones a plena luz del día, con asaltos o agresiones apenas al caer la noche.
Los macheteros regresaron y se están convirtiendo en un problema que las autoridades no han terminado de resolver. Si bien ya ha habido detenciones y se desarticuló una banda, siguen apareciendo casos, y la gente está evitando transitar por ciertas zonas a ciertas horas.
También el norte de la ciudad (principalmente) ha sido testigo de más de un asesinato en estas últimas semanas, muchos de ellos a plena luz del día.
No diremos que la violencia se está acercando, ya está aquí, ya es visible… y si las autoridades no refuerzan su trabajo la situación se les puede salir de las manos, y los únicos afectados, una vez más, serán los ciudadanos…
Si entre tanta prosperidad, cultura y sabiduría, además de la bendición de los dioses (en la mitología) Argos cayó por no escuchar y atender a su pueblo, ninguna ciudad está exenta del mismo destino.
No hay que permitir que suceda…
UN DATO: De acuerdo con la mitología, el nombre de la ciudad de Argos estaba ligado con el concepto de vigilancia, porque se atribuía a Argos Panoptes, un gigante de cien ojos que vigilaba la seguridad de la ciudad. Y cuando fue asesinado por Hermes, la diosa Hera colocó sus ojos en las plumas del pavo real, su ave sagrada.
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