Por: Manuel Velázquez Lugo
“Después de la tormenta llega la calma”, es una frase que todos conocemos -quiero pensar- y que hemos usado en varias ocasiones, principalmente para darnos ánimo o darle ánimo a alguien que está pasado por un mal momento. Es la esperanza a la que nos aferramos y que nunca perdemos; lo que nos motiva a seguir o resistir. Pero pocas veces hablamos o nos detenemos pensar sobre la calma que había antes de la tormenta, antes de la llegada del caos.
Y es que, nada permanece inmutable en el universo.
Antes de la noticia que alertó a casi todo el planeta esta semana, los habitantes de la península de Kamchatka en Rusia estaban teniendo un día como cualquier otro, cumpliendo con sus actividades, con su rutina, haciendo su vida. Hasta que esa aparente paz y tranquilidad se vio interrumpida por uno de los terremotos más fuertes que se han registrado en la historia, 8.8 grados de magnitud.
La noticia se disparó en minutos, y al cabo de unas horas medio planeta estaba en alerta de tsunamis.
El caos llegó… y lo que pudo ser un día como cualquier otro, se transformó en una pesadilla.
Las imágenes inundaron las redes sociales, y una de las que más impactó fue la de los cirujanos que se encontraban en operación cuando inició el terremoto, y que no abandonaron a su paciente en el quirófano, sino que resistieron hasta que todo pasó.
Calles destrozadas, vehículos y edificios sacudiéndose y gente intentando resguardarse, de todo eso fuimos testigos. Y luego la alerta de tsunami por la alteración que también tuvo el océano.
Afortunadamente, para la gran mayoría de las zonas costeras más alejadas las alteraciones del mar no fueron tan amenazantes y no se registró un oleaje de gran altura, por lo que poco a poco fueron desactivando sus alertas, y la tensión de sus pobladores fue bajando, aunque para otros ni existió, como la abuela que llevó a su nieto a que “conociera un tsunami” porque ninguno de los dos había visto uno alguna vez. Una inocente imprudencia, podría decirse.
Para el caos, la destrucción solo es un medio para llegar a un fin, la transformación.
Muchas culturas lo representan como una entidad primordial, más antiguo que cualquiera de los dioses; un vacío cósmico inalterable, cuya función es mantener el equilibrio del cosmos. Porque nada puede permanecer inmutable eternamente, todo tiene que cambiar, todo tiene que evolucionar; transmutarse.
Y una de las características del caos es precisamente irrumpir en la tranquilidad o en la paz de alguien y cambiarlo todo de un segundo a otro. Prueba de ello es el camión del transporte urbano en Hermosillo que comenzó a incendiarse cuando apenas iniciaba su ruta. El chofer alcanzó a salir y, por fortuna, no llevaba pasajeros, así que no se registraron heridos, pero el camión quedó reducido a cenizas en un pestañeo.
Nunca nadie está listo para la llegada del caos. Aunque algunos pueden presentirlo.
La península de Kamchatka también es conocida como la “tierra de fuego y hielo”, al ser una de las regiones volcánicas más activas, con cerca de 300 volcanes. Los terremotos y tsunamis suelen hacerse presentes durante el año, aunque en menor escala.
En nuestra región (Sonora) afortunadamente no hay tsunamis ni terremotos, ni volcanes que sean una amenaza. Pero el caos aquí también tiene sus formas. Una sequía tan extrema que poco a poco va acabando con todo; lo va consumiendo y nos hace replantearnos el futuro. Y de pronto una tormenta con vientos tan fuertes que derriban árboles y causan destrozos.
La violencia diaria también es una cara del caos, que provoca miedo e inseguridad en los habitantes.
En fin… disfrutemos de la calma y la paz del presente, antes de que una tormenta inevitable llegue y nos lo arrebate todo.
UN DATO: La mayoría de las culturas han entendido al caos como una entidad primordial de transformación para que pueda surgir el orden, la vida y el cosmos.
Te invito a que me sigas y me compartas opinión. Nos leemos en mi cuenta de X @sagvelux
