
Por: Manuel Velázquez Lugo
A veces olvidamos que la vida es cíclica… que todas las cosas suelen repetirse una y otra vez, quizá no de la misma manera, hay algunas variantes, pero siempre el cosmos encuentra la forma de mantener el equilibrio.
Tal vez lo olvidamos porque la vida humana es muy corta y apenas nos alcanza para notarlo, pero siempre los ciclos se reinician, aunque pasen años, décadas, siglos o milenios. Y para esto la tierra tiene memoria.
Las presas estaban secan; los ríos habían “muerto” y los valles se mantenían en agonía. Todos daban por perdida la batalla contra la sequía. Las alarmas en todos los sectores productivos de Sonora estaban encendidas por la escasez de agua. Y de pronto llega Lorena, una tormenta tropical que luego se convirtió en huracán y luego volvió a ser tormenta tropical; y le bastaron un par de días para trasformarlo todo. Las presas captaron agua, los ríos revivieron y los valles reverdecieron.
El caos fue en las ciudades -era inevitable-, Hermosillo, Obregón, Navojoa, Nogales, etc., en todas vimos imágenes de calles inundadas, de viviendas afectadas; árboles caídos, espectaculares, cableado, vehículos arrastrados por el agua, en fin… las ciudades lo sufrieron, y todavía están lidiando con afectaciones. Sin embargo, para el entorno natural fue una dicha y una bendición la llegada de la lluvia.
Los ríos comenzaron a correr, en Álamos, en Yécora, en San Pedro El Saucito, en todas partes; y las presas volvieron a captar agua, como la Abelardo L. Rodríguez, que ya parecía una zona desértica. Todo reverdeció y, contra todo pronóstico, todo se bendijo, a pesar de que hacía años que no sucedía.
Por eso digo que la vida es cíclica.
Recuerdo que el agua me llegaba arriba de las rodillas… iba descalzo sobre la carretera que había sepultado el río, la había devorado después de tomar fuerza y crecerse con las lluvias. En cada extremo de la carretera había personas ayudando a quienes necesitábamos cruzar, listos para lanzar alguna cuerda o lanzarse ellos mismos al rescate en caso de que la corriente fuera lo bastante fuerte, aunque en mi caso no lo era, estaba en mis 20’s y ya media 1.90 de estatura, tenía fuerza suficiente. No recuerdo la fecha exacta, pero hoy haciendo memoria, sé que no volví a ver ese río lleno hasta ahora.
Creo que nunca había visto vivo el río de Álamos; supongo que los habitantes de más años sí. Tal vez antes era más común o no pasaba tanto tiempo sin que lloviera. Pero ahora volvió a llenarse y volvió a correr con fuerza, como quizá hacía años no se veía. Para los más jóvenes, para los “nuevos”, tal vez la escena fue impactante e incluso preocupante; tal vez sintieron miedo. Pero imagino que, para quienes han vivido ahí durante toda su vida y hacía años que no lo veían así, fue gratificante; fue como si una plegaria hubiera sido escuchada, y seguro conectaron con su pasado.
La lluvia es una bendición, es un respiro para la tierra, a pesar de que las ciudades no estén preparadas para este fenómeno natural, aunque, siendo muy honestos, ninguna ciudad está preparada para soportar los embates de la naturaleza. La fuerza que llegan a tener estos fenómenos y la facilidad con la que pueden llevárselo todo es algo que nos deja pensando.
La sequía no ha acabado, de eso no hay duda, y tampoco se van a resolver por arte de magia algunos de los problemas que aún enfrentan los sectores productivos, principalmente el agrícola y el ganadero; quizá la lluvia no fue suficiente, pero seguro fue bien recibida, y es un respiro para la sed que tenían la tierra, los valles y los ríos.
Aún le quedan meses a este año y hay buenos pronósticos respecto al clima, esperemos se concreten y las cosas cambien. Porque no solo fue Sonora, Lorena trajo lluvias a varios estados del norte, y en el sur también se han registrado lluvias fuertes. Contra todo pronóstico, y aunque demos la batalla por pérdida, siempre mantengamos la esperanza y la certeza de que todo vuelve, que la vida es cíclica, aunque no siempre nos alcance el tiempo para verlo.
Esta es mi novena columna… nueve semanas llevando a cabo este ejercicio de escritura que no había experimentado. Y hago una pausa para decir que me ha parecido fascinante desde el primer día, y que me ha dado motivos para seguirme preparando, para seguir creciendo y para seguir compartiendo la forma en que veo la vida. Si me has leído en este tiempo, te lo agradezco inmensamente. Espero que alguna de todas estas letras te haya informado y también te haya dado alguna perspectiva distinta de cualquier tema.
UN DATO: Si bien en todas las culturas hay un ente mitológico asociado a la lluvia, para los mexicas era Tláloc, señor de la lluvia, los relámpagos y la fertilidad. Una de las deidades más poderosas e importantes. En sus templos se daban ofrendas para asegurar los ciclos agrícolas.
Te invito a que me sigas y me compartas opinión. Nos leemos en mi cuenta de X @sagvelux