Sunday, 16 November, 2025

MEMENTO VIVERE


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Por: Manuel Velázquez Lugo

Siempre las he visto, aunque ellas piensen que no porque mi naturaleza es inquieta.

Siempre las llevo en mi mente, aunque crean que la distancia ha borrado las huellas de mis pies que me llevan a cada una de sus casas.

Siempre he estado orgulloso de ellas, de llevar su sangre, de compartir su linaje…

Las recuerdo en casa de la abuela, cuando se reunían durante todo el mes previo a este día – 2 de noviembre, Día de Muertos – y ataviadas con hojas de papel de distintos colores, alambre, hielo seco, tijeras, pegamento y otros tantos artículos, comenzaban la tarea.

Entre pláticas y risas, a veces cansancio, sus manos comenzaban a dar forma una a una a cada flor y cada hoja. Eran meticulosas para los detalles; debían quedar perfectas, como les había enseñado mi abuela, quien también formaba parte de ese trabajo.

Me gustaba mucho verlas porque consideraba que era un arte hacer flores de papel, y porque siempre me han gustado los colores y algunas tradiciones.

Durante días, que se convertían en semanas, mi madre, mi abuela y mis tías creaban docenas de flores de distintos colores y otra cantidad igual de hojas, y con todo aquello daban forma a varias coronas funerarias – no sé si es correcto el nombre – que luego llevaban al panteón para colocar en las tumbas de los seres queridos que formaban parte de la familia y que ya habían fallecido.

Nunca supe – porque yo era más pequeño y no participaba en esto – de qué hablaban o para ellas qué significaba aquel ritual. Quizá en su momento era sólo una costumbre más, una tradición heredada e inculcada desde pequeñas. Quizá con el paso del tiempo aquello fue revelando otras formas un poco más profundas. Tal vez en la ausencia de mi abuela – su madre – la carga emocional y el recuerdo ya son otros.

Cierto es que no puedo evitar mirar hacia el pasado y contemplar esa escena, porque en verdad llamaba mucho mi atención y creo que tuvo, tiene y tendrá siempre mucho significado.

Mamá se desveló varias veces cumpliendo con la tarea para que no le ganaran las prisas, para que no la acorralara el tiempo. Yo supongo que mis tías igual, cada una en su espacio.

Para este día se hacían muchas cosas. Además de las flores y las coronas se preparaba comida para llevar; se compraban veladoras, flores vivas, caña de azúcar. Todos ayudábamos en lo que podíamos, aunque la carga de la responsabilidad siempre recaía en ellas, las mujeres.

Y es que, las mujeres de mi familia, esas que le han dado forma a mi vida y que rigen mi existencia, son increíblemente fuertes y admirables, aunque sé que también tienen sus fragilidades.

Son nobles, respetuosas y amables, pero tienen su carácter, y creo que eso es lo que siempre he admirado y respetado de ellas, esa dualidad, esa energía guerrera – si puedo llamarlo de alguna manera – como las amazonas.

De acuerdo con la mitología, las amazonas son mujeres guerreras, famosas por su destreza a caballo, sus habilidades y su independencia. Un colectivo matriarcal, principalmente.

A lo largo de la historia, se les representa en combate, defendiendo su territorio o su libertad, pero también combatiendo al lado de algunos héroes, y en algunos casos, también en contra de ellos.

Creo que las mujeres de mi familia son eso, evocan el mito de las amazonas, con toda su belleza y fortaleza.

Aunque hace tiempo que no hacen flores, sé que cada una de ellas mantendrá su ritual propio y lanzará una plegaria en silencio este día, en honor a mi abuela… y a mi abuelo, donde quiera que se encuentren, fundidos entre el cosmos infinito del universo.

Hace muchos años conocí la frase “Memento mori”, “Recuerda que morirás”, básicamente, un recordatorio de la inevitabilidad de la muerte, todos en algún momento pereceremos. Pero tiene una contra frase que me gusta aún más, “Memento Vivere”, “Recuerda vivir”, y creo que muchas veces lo olvidamos. Olvidamos estar presentes en el aquí y el ahora; olvidamos disfrutar de los instantes, del día a día.

Recordemos vivir, estar conscientes y sentirnos plenos. Honremos la memoria de quienes se han ido, y atesoremos con celo nuestros recuerdos porque algún día se irán con nosotros.

UN DATO: Dentro de la cultura Yaqui, cuando un familiar fallece, debe pasar un año antes de que le lleven flores al panteón porque durante ese tiempo su alma aún está transitando. Ningún familiar directo o indirecto, debe llevar ofrendas hasta que pase ese tiempo.

Te invito a que me sigas y me compartas opinión. Nos leemos en mi cuenta de X @sagvelux

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